El laberinto está compuesto por pasadizos y habitaciones intrincadas, ideado para confundir a quien entre e impedir que encuentre la salida. En el laberinto habitaron el Minotauro, Teseo, Dédalo e Ícaro. “En todo caso había un solo túnel, oscuro y solitario: el mío”. A veces soy híbrido entre instinto y lenguaje, otras héroe griego, algunas arquitecto de mi encierro y, otras tantas, libertad en caída libre.

sábado, 28 de octubre de 2006

ESAS CUATRO LETRAS (Presente)


Esas cuatro letras siguen siendo carceleras, aunque hoy permuten sus lugares y den origen a la nueva palabra que me segrega. Esas cuatro letras siguen enfrentándome con lo que es la soledad. Esas cuatro letras hicieron que aún siga parado detrás de la ventana, mirando como se me pasa la vida, mientras otros la disfrutan.

Ya no soy el que no puede respirar. Sin embargo, soy el que camina solo y sin sentido por intrincados pasillos, buscando una salida a todo esto.

La esperanza sigue cubierta por el invierno, sigo detrás de paredes que me encierran y me separan, sigo sin poder salir, sin empezar a vivir.

Mi pecho sigue fragmentándose, necesitando algo más vital que el aire y que sigo sin encontrar.

Sigo recostado en mi cama, aunque todos los días me despierte e intente vivir como viven los demás. Soy un autómata que sigue envuelto tras una máscara de humo que me separa y que me resulta difícil franquear.

Las palabras me siguen signando, el doctor me sigue diciendo que no puedo salir a disfrutar. La soledad, envejecida, sigue a mi lado escuchando mi pesar.

El mundo se extiende lejos de mí, hay un laberinto de cuatro letras que me separan, hay rumbos a los que no puedo arribar.

El pasado no está pisado, el presente es mera repetición, esas cuatro palabras me siguen separando, y me interpelan preguntándome “¿a quién Amas?”