"...y sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario."
(de Ernesto Che Guevara en Carta de despedida a sus hijos)
Madrugada de verano en la ciudad. Llovía torrencialmente, y el frío llegaba acompañando al granizo. Las ratas huían despavoridas, pues olfatean los males de la tierra y de los cielos.
Con sus ilusiones rotas y con su propio desamparo, lejos de
Las rodillas estaban lastimadas. El policía la había empujado y, estando ella en el piso, le quitó los pocos pesos que Jessica se había ganado. Pero a aquel servidor del orden y brazo armado de la ley, no le alcanzaba con robarle a los que eran más pobres. Él no se conformaría sólo con ese pago. Su esposa, que se acercaba cada vez más a la obesidad, estaba en el hospital luego de haber parido el sexto hijo. Obtendría de Jessica, aquello que ya no le daba su esposa. Pero esta trabajadora de la noche entendía los códigos, sabía que para seguir trabajando había que pagar no sólo con plata, sino también con el cuerpo. Y, mientras el policía le arrancaba su diminuto vestido, ella se quedaba inmóvil deseando que todo acabara rápidamente. Pero lo que no acababa era la lluvia y el granizo, allá lejos en
Allí, en el pecho, sintió un fuerte dolor, Fabián. Esta vez se había excedido con el paco y, mientras la lluvia empezaba a lavar su sucio cuerpo, Jessica, luego de haber pagado su impuesto al trabajo, caminaba con su vestido roto y su maquillaje corrido por la lluvia. Y, Emilio tenía más hambre, más miedo y el agua ya le llegaba al cuello.
La lluvia ya cubría toda la ciudad. Sino lo hacía el gobierno, aunque sea la naturaleza repartía algo de manera equitativa. Jessica estaba empapada, y quería tomar un colectivo para volver a su casa. Mientras caminaba hacia la parada, vio a un hombre flaco, sucio y mojado, tirado sobre el piso y apoyado sobre una pared. Tuvo miedo, pues ya había padecido demasiado, esa noche. Sin embargo, reconoció en ese hombre al padre de su hijo, el mismo que la había abandonado mientras ella llevaba el séptimo mes de embarazo. Se acercó y lo vio dormido. Lo tocó para despertarlo y, con horror, notó que estaba muerto.
Muerto encontraron a Emilio unos días después. La tormenta había sido demasiado fuerte y había llevado consigo el rancho en el que vivía. Nadie había estado para ayudarlo. Su vida se había perdido, como la de tantos otros, por la inoperancia de algunos, la avaricia de otros, y ese monstruo moderno llamado Mercado, que da lujos a algunos a cambio de la vida de otros. Es que en tiempos de neoliberalismo, las personas han dejado de importar.
El Texto anterior intenta ser una crítica al Neoliberalismo y a sus consecuencias. Entre ellas se encuentra un hecho penoso en la historia reciente de Argentina: la crisis de diciembre de 2001. Para recordar aquella época, dejo el siguiente video musicalizado por "Los Piojos" con "Dientes de Cordero". Cuando se vea el video, apagar la canción que se encuentra en Vibraciones de almas que llueven.